Psicoterapia en movimiento, ¿qué es?
- Ana Mata
- Sep 8, 2017
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Foto es de Henri Cartier-Bresson
Cuando se extendió la idea de que las cosas importantes se conocían de manera racional, el cuerpo pasó a un segundo plano. No fue hace tanto tiempo, menos de cien años nos separen de esa manera de entender el mundo, las relaciones y a nosotros mismos. Pero todo lo vivo se mueve y todo lo que se mueve cambia. Nosotros cambiamos con el tiempo y evolucionamos. Nuestras perspectivas e ideas, que también están vivas y en movimiento, cambian también.
En ese escenario racional, el cuerpo era prácticamente el transportador de la cabeza. Un contenedor de impulsos que se iban domesticando con las experiencias y los años. Nuestros cuerpos adquirieron características de máquinas: el movimiento se volvía predecible, estructurado, repetitivo, funcional, mecánico.
Pero los cuerpos nunca dejaron de estar hechos de materia sensible. Emociones y sensaciones habitaban el cuerpo tal y como lo hacen ahora, con la diferencia de que entonces éstas experiencias sensibles se consideraban fuentes de información anecdótica e irrelevante. En otras palabras: fuimos aprendiendo a habitar el cuerpo de los hombros para arriba.
Esta noción influyó la práctica de muchas disciplinas, entre ellas, por supuesto, la psicología. Por eso, cuando nos imaginamos haciendo psicoterapia solemos pensar en que el bienestar vendrá a través de la razón: poniendo en palabras, reflexionando, analizando. Sin embargo, hoy tenemos perspectivas que suman a la racionalidad y que incluyen otros tipos de conocimiento; formas de habitar el cuerpo también de los hombros para abajo.
La psicoterapia en movimiento se trata de eso: de habitar todo el cuerpo. De la posibilidad de conocernos a través de la acción corporal, desde la más evidente hasta la menos perceptible. Se trata de volvernos testigos y también actores de nuestros movimientos exteriores, en el espacio, con los otros y el mundo; y de nuestros movimientos interiores, con nosotros mismos, con nuestras sensaciones, emociones y pensamientos.
El movimiento en un proceso de psicoterapia va tejiendo experiencias que habían quedado separadas: la de tener un cuerpo que se mueve con la de tener una mente que nombra, narra, imagina y da sentido. Bailar entre lo ajeno y lo propio, entre lo pautado y lo espontáneo, entre lo mecánico y lo auténtico, entre lo literal y lo poético. En definitiva, se trata de permitir que el movimiento pueda tener un sentido para quien lo experimenta.
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